El "Venom" de Carroll

Carroll era el vivo ejemplo de una fuerte influencia por parte del mundo infantil. Era un hombre con dos caras, con dos personalidades. Por un lado se presentaba como una mente dedicada a la lógica, las matemáticas y lo empírico. Por otro era alguien que prestaba atención a lo imaginario, lo absurdo , lo irreal y lo sin sentido (nonsense). Esta última faceta suya era su parte soñadora e infantil, una parte que para representarla el propio Dogson se otorgó un nombre: Lewis Carroll. Éste seudónimo representaba el antagonista supremo de la cara seria e intelectual de Dogson, una cara y mente adulta que Carroll despreciaba. Podría decirse que el recipiente de estas dos personalidades no podía vivir sin la una ni sin la otra por más que se odiaran o que chocaran entre ellas. En resumidas cuentas, Dogson/Carroll era una especie simbionte, una doble personalidad o, más apropiado para este caso, una doble mentalidad.

Sin embargo, como en todas las ocasiones de simbiosis, ambas partes no pueden vivir la una sin la otra y por ello se equilibran continuamente como en una balanza en movimiento. Así las obras de Carroll se ven muy influenciadas por aspectos de su vida siendo Charles Dogson y viceversa. Ninguna de las dos “personalidades” puede existir sin la contraria al igual que un simbionte no puede sobrevivir sin un cuerpo. Esta asociación acabará, finalmente, convirtiéndose en una relación de codependecia en la que, a pesar de que una parte odia a su contraria, sabe que sin ella estaría incompleto.
La relación de Carroll con él mismo era de un amor-odio continuo. Adoraba las matemáticas y la lógica y escribió varios y libros y tratados sobre estos temas. Sin embargo lo que de verdad le apasionaba era estar en compañía de niñas, hacerles fotos, inventar historias para ellas… Adoraba todos los aspectos de la niñez, para él era la época dorada de la vida, la época donde uno está alejado de todos los aspectos deplorables que vuelven al ser humano un adulto. Los cambios de tamaño que Alicia sufre en el libro son una prueba de la ansiedad que le provocaba el cambio, el hacerse adulta, y a la vez un reflejo de la ansiedad del propio Carroll ante el hecho de sufrir ya los efectos de esa etapa. Como contrapartida a este cambio físico, parte de la mente de Carroll estaba anclada en la infancia y sus regalos. De hecho muchos de los escritos que realizó Carroll no son otra cosa que una veneración a la niñez sin olvidar que fue gracias a la petición de una niña que él escribiera el cuento que le ha hecho famoso.

En plena tarde dorada
navegamos lentamente;
pues unos brazos inhábiles,
manejan nuestros remos,
y unas manitas pugnan en vano
por guiar los vagabundeos.

¡Ah, crueles Tres! Pedir,
en esas horas de sueño,
un cuento a un aliento demasiado débil
para agitar la más leve pluma.
Pero ¿qué puede una pobre voz
contra tres lenguas juntas?

Prima, imperiosa, lanza
su edicto: <<A empezar>>;
en tono más dulce, Secunda, espera
que <<contenga tonterías>> ,
mientras Tertia interrumpe
sólo una vez por minuto.

Luego, llegado el silencio,
sigue imaginariamente
a la niña soñada por un país
de nuevas, delirante maravillas
donde ella charla con aves y bestias…
y medio se creen que es realidad.

Y cada vez que se secaban
las fuentes de la fantasía,
y la voz cansada quería débilmente
diferir el relato:
<<El resto para la próxima vez>>. <<¡Ya es la
próxima vez!>>,
exclamaban las voces felices.

Así surgió el País de las Maravillas,
así, uno a uno,
se fueron forjando sus hechos extraños;
y ahora el cuento se acabó.
Y, alegres tripulantes, ponemos rumbo a casa
bajo el sol de la tarde.

¡Alicia! Tome este cuento pueril,
y con mano bondadosa,
ponlo donde los sueños de la
Niñez se trenzan
con la cinta mística de la Memoria
como marchita corona de peregrino, de flores
cortadas en un lejano país.
[Lewis Carroll]

En este poema que Carroll escribió como dedicatoria a la historia de Alicia, hace una veneración a la niñez en un intento de recordar y recobrar esa época dorada que voló para él como vuela para todos.
                              
[Fotografías de niñas realizadas por Charles Dogson/Lewis Carroll]

Volviendo de nuevo a la simbiosis citada anteriormente: en las obras de Carroll también existe una mezcla entre su mundo real (la vida adulta que él vivía como Charles Dogson) y su mundo infantil, artístico e imaginario ( el mundo como Lewis Carroll). Todos los personajes de sus obras están basados en personas del mundo físico que se transforman en la obra cobrando la apariencia que el autor desea darle a través de sus dobles sentidos. Con esto ambos mundos se interpolan continuamente creando diversas perspectivas de esos personajes (Carroll por ejemplo puede identificarse en Las Aventuras de Alicia en el País de las Maravillas con el Conejo Blanco, pero también con el Dodo que aparece cuando Alicia llega al mundo subterráneo. Ambos personajes representan todo lo contrario al ideal que Carroll introdujo en la persona de Alicia. Con ello pretende “reprenderse” por la vida adulta que lleva como antagonista de la niñez. Sin embargo en A través del Espejo y lo que Alicia encontró Allí el autor es representado como un Caballero Blanco, salvador de la niñez a pesar de estar algo loco). Esta intervención creada entre los dos mundos a lo largo de las historias es un intento de Carroll por revelarse contra su  parte adulta exaltando la parte infantil.
                               
[El Conejo Blanco y el Dodo, personajes que representan a Lewis Carroll en Las Aventuras de Alicia en el País de las Maravillas]

[El Caballero Blanco, personaje que representan a Lewis Carroll en A través del Espejo y lo que Alicia encontró allí]

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